martes, 13 de enero de 2009

UN HOMBRE EN LA OSCURIDAD


No podía defraudarme. En ocasiones, las novelas de Paul Auster pueden dejarnos con ganas de más, o con la sensación de que nos ha dejado a medias tintas, ocultándonos información trascendental para la comprensión total de la historia. Sin embargo, este no es el caso. Un hombre en la oscuridad es una novela redonda, perfecta. Un clarísimo ejemplo de todas las virtudes que se conjugan en la literatura de Auster: la presencia de personajes heridos por la vida; la literatura al servicio de la literatura y de la vida; el intenso y profundo humanismo que se desprende de la visión que sus personajes tienen de la vida; y, por supuesto, el amor a los demás que impregna toda la novela. Y no hablamos de ese amor romántico y loco propio de la literatura o de ese amor estúpido y sin sentido que vemos en las películas americanas, sino de amor en estado puro: ser capaz de identificarse con los demás, acompañarlos en sus pesares, compartir nuestras penas, confiar nuestros secretos. Amar como sinónimo de compartir, de confiar, de respetar, de querer, de vivir de forma sincera.

No puedo hacer otra cosa más que recomendaros la lectura de esta gran historia, en la que encontraréis mucho más de lo que yo pueda deciros en esta pequeña reseña. Sólo añadir que aún me emociono al recordar ciertos pasajes que quedarán para siempre conmigo.